Una carta escrita el 1 de octubre de 2025

en México
Carta a mi yo docente del futuro

Querida Diana del futuro, Hoy reflexioné sobre la importancia de la escuela como un espacio donde no solo se enseña, sino también se acompaña en momentos difíciles, como la pérdida de un ser querido. Descubrí que la muerte también atraviesa las aulas, aunque muchas veces no se hable abiertamente de ello. Los alumnos cargan con emociones profundas que pueden afectar su conducta y aprendizaje, y nuestra mirada atenta puede marcar la diferencia. Me comprometo a observar con mayor sensibilidad los cambios emocionales y conductuales en mis estudiantes, especialmente después de situaciones difíciles. Quiero estar presente no solo como maestra, sino como una figura empática y cercana que pueda brindar contención y escucha. Hubo un instante que me conmovió profundamente: imaginar a un alumno enfrentando una pérdida en silencio, sin saber cómo expresarlo. Me recordó que un gesto pequeño —una palabra amable, un espacio de confianza— puede ser muy significativo. Para acompañar empáticamente a un alumno en duelo, sé que lo más importante será escuchar sin juzgar, respetar su proceso, ofrecer apoyo emocional y canalizar ayuda si es necesario. No necesito tener todas las respuestas; a veces, basta con estar y sostener. Confío en que la versión de mí misma que lea esta carta dentro de un año habrá seguido creciendo como docente sensible y humana. Con cariño, Diana Palacios 1 de octubre de 2025



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Una carta del 1 de octubre de 2025

en México
Carta a mi yo docente del futuro

Querida Diana del futuro, Hoy reflexioné sobre la importancia de la escuela como un espacio donde no solo se enseña, sino también se acompaña en momentos difíciles, como la pérdida de un ser querido. Descubrí que la muerte también atraviesa las aulas, aunque muchas veces no se hable abiertamente de ello. Los alumnos cargan con emociones profundas que pueden afectar su conducta y aprendizaje, y nuestra mirada atenta puede marcar la diferencia. Me comprometo a observar con mayor sensibilidad los cambios emocionales y conductuales en mis estudiantes, especialmente después de situaciones difíciles. Quiero estar presente no solo como maestra, sino como una figura empática y cercana que pueda brindar contención y escucha. Hubo un instante que me conmovió profundamente: imaginar a un alumno enfrentando una pérdida en silencio, sin saber cómo expresarlo. Me recordó que un gesto pequeño —una palabra amable, un espacio de confianza— puede ser muy significativo. Para acompañar empáticamente a un alumno en duelo, sé que lo más importante será escuchar sin juzgar, respetar su proceso, ofrecer apoyo emocional y canalizar ayuda si es necesario. No necesito tener todas las respuestas; a veces, basta con estar y sostener. Confío en que la versión de mí misma que lea esta carta dentro de un año habrá seguido creciendo como docente sensible y humana. Con cariño, Diana Palacios 1 de octubre de 2025



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