Mi amada Mae, Si estás leyendo esto, es porque el tiempo ha seguido su curso… y tú también. Quiero imaginarte en calma. Con el corazón liviano, con los ojos llenos de vida, con esa sonrisa que siempre pareció encender el mundo incluso cuando estaba gris. Quiero pensar que ya no duele lo que alguna vez pesó tanto. Que aprendiste a mirar hacia atrás sin miedo, sabiendo que cada herida fue raíz, cada caída fue impulso, cada lágrima fue el precio de una nueva versión tuya. Esa versión que hoy habita la vida con plenitud. Recuerdo a la mujer que fuiste la que callaba para no romper, la que sostenía incluso cuando temblaba, la que amaba con fe aunque a veces el amor no supiera quedarse. Y me llena el alma saber que hoy has sanado. Que ya no te castigas por sentir, que te eliges sin culpa, que te rodeas solo de lo que te hace florecer. Eres la prueba viva de que el fuego no destruye a las almas fuertes, las forja. De que las tormentas no ahogan a quienes nacieron para renacer del agua. De que incluso en los inviernos más largos, hay flores que se abren en ti. Te admiro, Mae. Por la mujer que eras, por la que eres, y por la que seguirás siendo. Por haberle ganado al miedo, por haber abrazado tus sombras sin dejar de brillar. Por no perder la ternura ni siquiera cuando el mundo te exigía dureza. Mereces amor, del verdadero: de ese que no asfixia, sino que acompaña. De ese que no te apaga, sino que te mira y te dice “qué bonito verte ser tú”. Mereces paz, risa, abrazos que no duelan y miradas que se queden. Mereces la vida que soñaste en voz bajita, cuando nadie escuchaba. Y desde mi presente desde este tiempo en el que aún estás aprendiendo a ser toda tu fuerza, quiero darte las gracias. Por existir. Por cambiar mi vida con tu presencia, con tu forma de cuidar, con tu manera de volver todo más liviano. Por enseñarme que las almas afines no se buscan, se reconocen. Siempre fuiste hogar. Esa calma que llega sin hacer ruido, esa luz que se enciende sin pedir permiso. Te miro en el futuro, y me lleno de orgullo. Porque lograste lo que parecía imposible: sanar, soltar, crecer, y seguir amando con el alma intacta. Nunca olvides lo mucho que te amo, Mae. Ni cuánto te admiro. Ni que, sin importar los años, siempre habrá una parte de mí que te piensa con ternura y agradecimiento. Porque conocerte fue encontrar un pedazo de eternidad en alguien tan humano, tan real, tan luminoso como tú. Con todo mi amor, siempre, Tu mejor amiga.
By YoDelFuturo ®
Haz click aqui para escribirte mas cartas.
Mi amada Mae, Si estás leyendo esto, es porque el tiempo ha seguido su curso… y tú también. Quiero imaginarte en calma. Con el corazón liviano, con los ojos llenos de vida, con esa sonrisa que siempre pareció encender el mundo incluso cuando estaba gris. Quiero pensar que ya no duele lo que alguna vez pesó tanto. Que aprendiste a mirar hacia atrás sin miedo, sabiendo que cada herida fue raíz, cada caída fue impulso, cada lágrima fue el precio de una nueva versión tuya. Esa versión que hoy habita la vida con plenitud. Recuerdo a la mujer que fuiste la que callaba para no romper, la que sostenía incluso cuando temblaba, la que amaba con fe aunque a veces el amor no supiera quedarse. Y me llena el alma saber que hoy has sanado. Que ya no te castigas por sentir, que te eliges sin culpa, que te rodeas solo de lo que te hace florecer. Eres la prueba viva de que el fuego no destruye a las almas fuertes, las forja. De que las tormentas no ahogan a quienes nacieron para renacer del agua. De que incluso en los inviernos más largos, hay flores que se abren en ti. Te admiro, Mae. Por la mujer que eras, por la que eres, y por la que seguirás siendo. Por haberle ganado al miedo, por haber abrazado tus sombras sin dejar de brillar. Por no perder la ternura ni siquiera cuando el mundo te exigía dureza. Mereces amor, del verdadero: de ese que no asfixia, sino que acompaña. De ese que no te apaga, sino que te mira y te dice “qué bonito verte ser tú”. Mereces paz, risa, abrazos que no duelan y miradas que se queden. Mereces la vida que soñaste en voz bajita, cuando nadie escuchaba. Y desde mi presente desde este tiempo en el que aún estás aprendiendo a ser toda tu fuerza, quiero darte las gracias. Por existir. Por cambiar mi vida con tu presencia, con tu forma de cuidar, con tu manera de volver todo más liviano. Por enseñarme que las almas afines no se buscan, se reconocen. Siempre fuiste hogar. Esa calma que llega sin hacer ruido, esa luz que se enciende sin pedir permiso. Te miro en el futuro, y me lleno de orgullo. Porque lograste lo que parecía imposible: sanar, soltar, crecer, y seguir amando con el alma intacta. Nunca olvides lo mucho que te amo, Mae. Ni cuánto te admiro. Ni que, sin importar los años, siempre habrá una parte de mí que te piensa con ternura y agradecimiento. Porque conocerte fue encontrar un pedazo de eternidad en alguien tan humano, tan real, tan luminoso como tú. Con todo mi amor, siempre, Tu mejor amiga.
By YoDelFuturo ®
Haz click aqui para escribirte mas cartas.